Huevos rotos
Para el puente de la Inmaculada bajamos a Alicante unos días. Así que aprovechamos uno de los días para irme con mi hermana y mi prima a visitar algún pueblo de la zona; y el escogido fue Guadalest, conocido por su castillo. Además, se dio la casualidad que el novio de mi hermana conocía a alguien de allí que nos recomendara dónde comer. Yo, igualmente había investigado por mi cuenta y también tenía alguna recomendación. Nada más llegar a Guadalest, y antes de empezar nuestra visita turística, me acerqué a Mora – restaurante que nos habían recomendado – y pregunté. Me contaron que no había problemas, que gran parte del menú era adaptable y que tenían sartenes y utensilios aparte para que no hubiera problemas de contaminación cruzada. Así que allí hicimos la reserva.
Nos hizo un día de perros, nublado y con una lluvia intermitente que no nos permitió disfrutar del precioso paisaje que nos ofrece este encantador pueblo de montaña. Después de habernos pateado el pueblo – siempre con el permiso de la lluvia – volvimos a Mora a comer.
Comedor
Nos sacaron la carta y me explicaron qué platos podía comer. Pedimos para el centro huevos revueltos con bacon para compartir y luego ya cada uno nos pedimos nuestro plato. Los huevos se hicieron de esperar, y nos explicaron que el motivo era que para que fueran aptos tenían que utilizar todos los utensilios limpios y eso les había llevado un tiempo. Pero ese tiempo esperado valió la pena, pues los huevos rotos estaban muy buenos.
Huevos rotos
De los platos principales, yo pedí un entrecot a la brasa, Lucía se pidió pasta – con gluten – y el resto se pidieron olleta, un plato típico de la zona, no apto para celíacos ya que lleva trigo entre sus ingredientes. A mí me encantó el entrecot, poco hecho – como a mí me gusta – y la carne era súper tierna y sabrosa. Pero fui el único que se quedó contento con su plato. A Lucía no le gustó la salsa de la pasta y la olleta – un plato que hemos comido en mi familia de siempre – tampoco gustó entre los comensales.
Entrecot
Nadie se animó a pedir postre salvo yo. Me trajeron el único postre apto, una especie de panacota con salsa de frutos rojos. También estaba buena.
Panacota
Así que la experiencia en este sitio fue muy diferente entre los comensales. Salimos a 20€ por cabeza, y yo comí unos huevos rotos bastante buenos y un entrecot muy jugoso. Pero de 6 que éramos, solamente 1 salió contento. No sé si porque quizá soy menos exigente que el resto o simplemente tuve suerte al elegir. Lo malo de ir de turismo a pueblos tan pequeños es que no tienes mucho donde elegir y tienes que quedarte con lo que hay o no comer allí. Yo comí tranquilo y seguro, y eso es lo importante. Que te guste más o menos ese tipo de comida creo que dependerá ya de la persona.